miércoles, 26 de febrero de 2014

¡Soy salvo!





Este texto puede causar cierta sensibilidad en algunas personas. Si eres Testigo de Jehová y no tienes sentido del humor evita continuar.

Tocaron mi puerta salvajemente, como nazi pidiendo refugio escapando de los rusos en primeros meses de 1945. Cerca de las ocho de la mañana con veinte minutos del pasado domingo se inició la siguiente conversación:

-¿Quién es? 
-Los Testigos de Jehová.
-¿Qué quieren?
-Hablarle de la palabra de Dios.
-¿Cuántos son?
-3.
-¡Pues hablen entre ustedes!

Al parecer a estos "únicos herederos" de la gloria celestial les desagradó mi comentario y no dejaron de insistir. Testículos de Jehová les decía mi padrino: se quieren meter a huevo.



En su insistencia, uno de ellos me dijo así de sopetón:

-Quiero contarle de alguien que dio su vida por nosotros y resucitó para poder instaurar la paz en el mundo, su nombre es...
-Gokú. - Lo interrumpí inmediatamente.

El vato con la mandíbula trabada del coraje, contando hasta diez como en antiguo comercial de televisa logró estabilizar su ira y me dijo que no, que era Jesús, aquel que crucificaron los judíos (¡El único que transforma el agua el vino, pinches judíos!) era el camino para llegar a Dios, pero que no era Dios, porque Dios es Dios y Jesús no es Dios y bla, bla, bla, bla.
Sin abrir la puerta los despedí y les dije que hicieran favor de dejar de molestar. Se fueron.

A la mañana siguiente, lunes, regresaron con nuevos bríos. Como Doctor Wagner, Jr. esos cabrones no se rinden. En verdad, buscaban convencerme de ser "salvo" y esta vez con una nueva estrategia trataron de llamar mi atención. Después de estampar tres veces sus nudillos en mi puerta -faltó que dijeran, Penny?- y repetir eso otras ochenta y dos veces, con la mandíbula trabada del coraje como el otro wey, salí a enfrentar a estos engendros de la Watch Tower, quienes buscando ávidamente mi santidad querían que leyera un par de folletos. Les dije que no y que ni me los dejaran porque iba a contribuir a la contaminación y aparte, me cagaban. Respondieron que si no leía sus folletos, no podría alcanzar la santidad. Me vi obligado a correrlos de la casa y a dudar de alcanzar el paraíso.

Ayer por la mañana regresaron. Cabrón, se me hace que los de crédito y cobranza de los bancos son de estos weyes, chingan pero de lo lindo, como si les pagaran.
Estos vatos, yo creo hartos visionarios de la miseria de mi alma, empeñados en buscar mi salvación -que se jodan cristianos, bautistas, evangelistas, luteranos, islamitas, judíos, católicos, budistas, masones, cienciólogos, aztecas, mayas y maradonianos- quisieron hacer de mi alma un espíritu salvo y me volvieron a decir que si leía esos dos folletos, formaría parte de aquellos únicos Testigos de Jehová que vivirán eternamente en la tierra, convertida en un paraíso después de su fin, donde ya no habrá cementerios ni enfermedades. Entonces surgió otra plática con los fanáticos más grandes de The Doors:

-¿Entonces si leo estos dos folletos (La Atalaya -jajaja- y Despertad -jajajajaja-) ya me voy a salvar?
-Sí.
-¿Seguros que si leo estas cosas me voy a salvar?
-Claro, no tenga usted dudas.
-A ver, dámelos, pues. -Los leí en chinga loca, como quien se lee de un jalón a Saramago o un cuento de Cortázar. -¿Ya soy salvo?
-Ya.
-¡Entonces, órale pues, a chingar a su madre de aquí!

En fin, soy salvo y libre y Joaquín Guzmán Loera.


Texto: Jesús Cáñez.
Imágenes: Google.
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miércoles, 5 de febrero de 2014

Al buen entendedor, pocas palabras



No he podido descifrar de qué debo escribir hoy, tengo una especie de bloqueo mental, y es que hasta al perro más flaco se le van las pulgas, ya hasta parezco candil de la calle, oscuridad de mi casa. ¡Oh! ¡Y ahora, quién podrá ayudarme? -¡Yo, el chapulín colorado!
Ando buscando el burro y ando montado en él. Gracias, Chapulín, a ver si no le echo mucha crema a mis tacos.

Uno de nuestros grandes súper héroes nacionales y estandarte de la cultura popular mexicana es un personaje creado por don Roberto Gómez Bolaños: "más ágil que una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, su escudo es un corazón, es El chapulín colorado". Dicho héroe tiene la facultad del paremiólogo, que es una persona que estudia los proverbios y refranes, salvo que nuestro amado amigo se revuelve un poco con sus dichos. Como decimos en La laguna, se reboruja. Entonces, a darle que es mole de olla.

"Recuerda que ya lo dice el viejo y conocido refrán: el dinero no hace verano. No, no este: una golondrina no hace la felicidad. No, no. La felicidad es tener dinero para irte de vacaciones en el verano y si no más vale que te toquen las golondrinas porque... bueno, la idea es esa". -El chapulín colorado.

Wikipedia dice que la paremiología es la ciencia que estudia los refranes, los proverbios y demás enunciados cuya intención es transmitir algún conocimiento tradicional basado en la experiencia. Pero como dijo Jack, el destripador: "vamos por partes".
El refrán, un enunciado sentencioso se aleja del proverbio, que a su vez es más culto, mientras que el refrán es popular. En una especie de matáfora o juego retórico se aplica una sentencia a determinada circunstancia, porque a caballo regalado no se le ve el colmillo.

Otro de los más grandes refraneros de nuestra lengua se encuentra en el Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra. Su personaje Sancho Panza, el fiel escudero del caballero desfacedor de entuertos, enmendador de agravios, dice tantos y tantos refranes que al mismo protagonista termina por enredarlo y le explica que "los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios", acabando por soltarle un par de refranes al hilo. ¡Ay, querido, don Quijote, parece que no te das cuenta que el perro es bravo y le pateas la puerta.

El escritor oaxaqueño Andrés Henestrosa dice: "un dicho y un refrán suelen concretar situaciones y abrir ante nuestros ojos un rumbo, poner en nuestra voluntad una decisión, decidir un paso inicial. Y no de modo caprichoso o casual. Los dichos y los refranes son el resumen de la sabiduría humana acumulada en muchos años de experiencia".  Por lo que la experiencia es básica para poder hilar un dicho ante esa circunstancia especial. Una verdadera chulada, es decir, el que con lobos anda, a aullar se enseña y el que nace pa' tamal del cielo le caen las hojas.Y ya mejor nos despedimos con una plática entre don Quijote y Sancho porque se hace pesado el difunto cuando siente que lo cargan. Vamos pues con lo que antes mencioné.

"–No más refranes, Sancho, pues cualquiera de los que has dicho basta para dar a entender tu pensamiento; y muchas veces te he aconsejado que no seas tan pródigo en refranes y que te vayas a la mano en decirlos; pero paréceme que es predicar en desierto, y "castígame mi madre, y yo trómpogelas".
–Paréceme –respondió Sancho– que vuesa merced es como lo que dicen: "Dijo la sartén a la caldera: Quítate allá ojinegra". Estáme reprehendiendo que no diga yo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos en dos.
–Mira, Sancho –respondió don Quijote–: yo traigo los refranes a propósito, y vienen cuando los digo como anillo en el dedo; pero tráeslos tan por los cabellos, que los arrastras, y no los guías; y si no me acuerdo mal, otra vez te he dicho que los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios; y el refrán que no viene a propósito, antes es disparate que sentencia. Pero dejémonos desto, y, pues ya viene la noche, retirémonos del camino real algún trecho, donde pasaremos esta noche, y Dios sabe lo que será mañana." (Segunda parte, capítulo LXVII).

Nos leemos el siguiente miércoles, no olvides darle share en Facebook y darle RT en Twitter, porque al que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.

Texto: Jesús Cáñez.
Imágen: Google.
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