miércoles, 28 de agosto de 2013

Cultura Pop Mexa



El conflicto armado en Siria y la probable guerra venidera me tenía tristeando una noche de la semana pasada. Mi esposa, que es muy atenta, se percató de mi tristeza y tomó la decisión de llevarme a un bar en el que iba a tocar una banda de ska para levantar mi ánimo, lo cual le agradezco porque de ahí nació la idea del tema que voy a tocar hoy. En un receso de la mencionada banda el dj del bar deja caer como bomba una cumbia salvaje, carnavalesca, guapachosa, pues, y mientras yo quería sacarle brillo a la suela, toda la raza se empezó a quejar de la canción…hasta que llegó el coro y cantado en una misma voz se escuchó más fuerte que el audio del lugar: “¿Si en una rosa estás tú,/ si en cada respirar estás tú/ cómo te voy a olvidar?/ ¿Si besando la cruz estás tú,/rezando una oración estás tú,/ cómo te voy a olvidar?” En ese preciso momento me di cuenta de que esa canción, covereada por el colectivo  tijuanense Nortec hace poco tiempo y más reciente por la banda regia Kinky, de los mismos intérpretes de El listón de tu  pelo y diecisiete años, Los ángelez azules, se ha colado como parte importante de la cultura popular de nuestra generación.



Deja te la barajeo más despacio. Según el tumbaburros oficial de nuestra lengua, la Real Academia Española, la cultura popular es el “conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo”, esto es en otras palabras lo que hace la raza de un mismo lado. Y en nuestro país tenemos una cultura popular, además de valiosa y divertida, muy única. A continuación te voy a dar sólo algunos ejemplos, no importa que peque de omisión con otros y luego vaya a misa el domingo a golpearme el pecho por mi culpa, por mi culpa, por mi grande culpa.

Estás en tu casa tan triste y tan solo que decides juntar a la familia a jugar de a pesito por sana convivencia, vas a la cocina, sacas hartos frijolitos y ahora sí, que empiece el juego.  Correeee y se vaaa, para el sol y para el agua: el paraguas; la herramienta del borracho: la botella; verde, blanco y colorado, la bandera del soldado: la bandera; y así sucesivamente hasta que ¡buenas con la chalupa! Los juegos tradicionales mexicanos, como la lotería, la pirinola o perinola, las tablitas, la rayuela, y un largo etcéra son gran parte de nuestra cultura popular. ¿O qué, no me digas que no has jugao? A’ Dio’.

Otra situación que tenemos los mexicanos no importa que seas norteño, costeño, sureño, chilango, etc., es empezar la fiesta muy a gusto con járcor, ponc y escá- en mi caso- y acabar siempre, siempre, siempre, con las de Tin Tan, Piporro, Chavela y José Alfredo. Misma escena sucede cuando andas contento y traes lana: “ Comparre, tráigase el mariachi porque ya valió madre”; igual cuando andas bien tristón, ya te cortó la vieja, o a ti, mujercita, ya cachaste al vato que nomás te quiere para echar patricia, y qué pasa, pos  nada: “Comparre, tráigase el mariachi porque ya valió madre”; igual ocurre si andas de enamorao y hay que llevarle gallo a la  vieja con las de José Alfredo,Javier Solís, Vicente, Joan Sebastian  y Antonio: “Comparre, tráigase el mariachi porque ya valió madre”. El caso es que contento o triste, vale madre y te traes el mariachi, la banda o el tamborazo. ¿Por qué? Pues, porque así somos y es parte de la cultura popular mexicana.

Luego todo arrepentido por lo que pasó la noche anterior, vas a pedir perdón a la Virgencita, y es que las tradiciones religiosas populares, son hermosas. Cada doce de diciembre, alrededor de nueve millones de personas se dan cita en la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México con danzas y peregrinaciones multicolores que vienen desde hace muchos, muchos años. La visita a La Morenita, es una de las fiestas más representativas de este bello país, pues desde Tijuana hasta Cancún, las calles se llenan de alegría para festejar a la Emperatriz de América con un sinfín de regalos.
Y si de cuestiones de fiesta mexicana hablamos, qué me dices del día de muertos, cuando recordamos con cariño a nuestros antepasados que se nos adelantaron en el viaje hacia el más allá con altares llenos de colores, comida, bebida y calaveritas que hacemos para burlarnos de la única seguridad del ser humano. Simplemente maravilloso. Ya quisieran muchas culturas tener lo que nosotros tenemos y lamentablemente, muchas veces menospreciamos.

Ahora que hablamos de comida, como buen paisa, debes de saber comer comida mexicana y bien. Con harto cilantro, chile y cebolla, básico. Y hablo de toooooda la fantástica gastronomía mexicana, declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, desde la deliciosa comida yucateca hasta las tradicionales gorditas norteñas –ay, papá, esas doraditas de chicha al carbón pasando el puente en Gómez, chulada de máiz prieto-. Por ejemplo, te levantas el domingo bien crudote y de volada, amiguit@, un menudazo, torta ahogada o birria y una michelada y como nuevo. ¡Cuál pinche aspirina, ni que electrólito ni qué la chingada!
Ahora, que ya entrados en la comida, la delicia al paladar por antonomasia, su majestad –redoble de tambores-, el taco. De muchas variedades , diferentes tortillas y guisos, como buen mexa sabes que el mejor taco es el callejero, nada del Taco Inn, o Los Farolitos o el Tío Taco, que son muy ricos, pero no. Ya sean de pescado, carnitas, tripa, suadero, adobada, asada, etcétera, el taco pa’ que sepa rico tiene que ser callejero. Primero tienes que ubicar un puesto que huela rico y obvio que tenga perros cercanos rodeándolo; que el taquero esté panzón, porque si está flaco quiere decir que no come de sus tacos, ahí entra la desconfianza;  tienes que llegar al puesto sin miedo a la tifo, así de fácil, sabiendo además que el secreto de un buen taco está en la salsas y pedir de dos en dos pa’ que no se te enfríen. Ahora sí, véngase con dos de tripa, luego dos de buche y dos de carnaza, obvio, con su litro de agua de horchata. Se te hizo agua la boca. Saweb.

Del centro de México, más por el DF, Puebla, Hidalgo y el EdoMex, viene una legendaria manera de hablar, al parecer para que los españoles no se dieran cuenta de lo que hablaba la raza de bronce. Luego, en los setentas y ochentas tuvo un boom en el cine mexicano, con exponentes como Rafael Inclán, Polo Polo, Alberto Rojas “el caballo”, Alfonso Zayas, entre otros. Estás en lo correcto, hablamos del albur. Un lenguaje muy mexicano de doble sentido, casi siempre con alguna connotación sexual  para derribar al adversario con mucha diversión, ingenio y agilidad mental. A continuación una reproducción de una plática de Chaf y Queli, maestros del albur en una comida.

Ch: ¡Caray! Qué tarde llegaste, amigazo.
Q: ¡Oh! pos es que no pasaba el camión.
Ch: Pues llegaste en el puro momento de la comida. ¿Que te echas: un tequis, una chevecha o le tiras al blanco?
Q: ¡Huy oyes! pues para comenzar jálame un poquito de baba.
Ch: ¿Echo el pulque en jarra o en vaso?
Q: Echamelo, pero que sea curadito de cacahuate.
Ch: Solo hay de miembrillo, y te va a caer bien porque de comer hay: sopa de verguras, y de guizado va a ver gallinas en tacos, eh... aguallón torneado empapas y enchiladas de olla.
Q: Bueno, pues comenzaré a comer. Pásame dos teleras.
Ch: ¡Cómo no! Oye, ¿te molesto con el chile? Es que me agarra lejos.
Q: Siéntate, ahorita te lo paso, y me remuerde la conciencia no habértelo pasado antes.
Ch: Te va a gustar mucho el chile, ¡ah! es mascabel.
Q: ¡Voy! te gusta a tí eso?
Ch: Me molesta que me hables cuando estoy moviendo el bigote.
Q: ¡Uy! Y'ora, pa' quedar satisfechos, sólo faltan unos frijolianos, los acompletadores.
Ch: Pus acomplétate mejor con un chile relleno.
Q: ¡Uy! Tú luego luego a repelar.
Ch: La coliflor está antojadiza.
Q: Pues dámela.
Ch: ¿De postre no quieres unos plátanos con crema?
Q: Me llama la atención que me digas eso, si bién sabes que estoy a dieta. Mejor dáme un cafecito.
Ch: El cafecito te lo voy a sacar, pero después no me eches la culpa de que no duermes.
Q: ¡Huy! Hablando de dormir, ¿cómo te caería una dormidita?
Ch: Agarra tu catre.
Q: Te voy a agarrar de las orejas, y ya estuvo bien, y no me vuelvas a invitar a comer porque con tus alegatos, a la mejor hasta me hace daño la comida.
Ch: ¡Voy! Limosnero y con garrote.
Q: Pues agarra tu comida y guárdatela por la...
Ch: ¡Ya sáquese de aqui!

Para cerrar, ya brevemente, hay que hablar de los deportes ¿o que no has gritado "ehhhhhhhhh, puuuuto" cuando despeja el portero del equipo rival en un estadio de futbol? Y claaro que has ido al fantástico deporte-espectáculo que brinda la magia de la Lucha libre mexicana, llena de ese misticismo que producen las máscaras y las vestimentas repletas de colores de los luchadores, que cada noche que salen al cuadrilátero exponen su físico y sus habilidades histriónicas para deleite del aficionado, que, a manera de catarsis, mienta madres y se toma sus seis chelitas de rigor para descansar de la chinga cotidiana. ¡Bendita cultura popular mexicana!

Hay más, muchos más ejemplos de nuestra bella cultura popular, pero mejor ahí le paramos y te invito a descubrir y conservar estas tradiciones del pueblo cantando “Amor, amor, amor,(tararán)/ amor, amor, amor (tararán)/ quiero que me vuelvan a mirar tus ojos…”



Texto: Jesús Cáñez.
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miércoles, 21 de agosto de 2013

Perrea, mami, perrea


“Que dejen toditos los libros abiertos (¡Mira nomás, ya te tengo cantando)/ ha  sido la orden que dio el general:/ Vamo’a eliminar a la ma’ ma’ fea/ alza la mano para que te vean (ya estás cantando otra vez)/ date la vuelta si te ves buena/ enseña mamacita cómo lo meneas/ menea, menea, te ves buena… Una libra de cadera no es cadera…”
Responsable de muchos “hits musicales” por los cuales es digno de merecer un castigo no menor a los empalamientos del Conde Drácula, este melolengo llamado –según Wikipedia- Edgardo Franco, mejor conocido como El General, mismo que apoyado inmensamente por La Risa en vacaciones y sus 178 secuelas, es el gran precursor de la música chatarra centroamericana, y por si eso no bastara, el soperútano olvidó cerrar la puerta tras su “éxito”, dejando así un mar de infortunio para Hispanoamérica. Digo, vas a una quinceañera y una que otra boda y siguen poniendo El Meneíto.
El general fue el culpable de que en las siguientes fiestas o mitines políticos sonaran atrocidades como La Factoría, Azul Azul y su Bomba, La Batidora, el Papi chulo, la Golosa, El Gato volador y hasta El Chacarrón, entre muchos otros grupos y canciones con letras que hacen que el mismísimo José Alfredo Jiménez se retuerza en su tumba, reviva y se vuelva a morir. Y eso apenas empezaba, nunca pensamos lo que estaba por venir: El reggaetón como lo conocemos hoy.

Era el verano de 2004, los gabachos tenían cartas fuertes en el pop con el Toxic de Britney Spears en los charts de Billboard y en el rock con Blink 182° con Always, Green Day y su Boulevard of broken dreams y AFI con Silver and cold –por cierto, el Sing the sorrow, de esos discos buenos de la primera a la última rolita-; de este lado del río andábamos con la reunión de Fobia y su canción Hoy tengo miedo, además de Love de Zoe. En ese tiempo MTV aún pasaba música en su programación y se atrevió a poner un video de un cabrón que  tiene como 700 apodos, entre ellos el cangri –lo que sea que signifique-, el big boss, y el más conocido, Daddy Yankee. Un puertorriqueño con disco bajo la manga llamado Barrio fino, del cual se desprendía un sencillo con un ritmbo básico y elemental y una letra más fácil que la tabla del uno. La rolita consistía en un coro bien estúpido que se repite hartas veces y en rimar todo lo que pudieras que terminara en ina: la cocina, la turbina, bailarina, cocaína, heroína, Paulina, andina, medicina, canina, etc. Además de denigrar a la mujer con palabras como gata y zorra, lo cual no les importó, porque ahí andaban todas bien apendejadas bailando la gasolina.
Aquí quiero hacer un pequeño paréntesis para que me acompañes en tu mente y procedamos a imaginar los cuatro años que le costó al boricua escribir la gasolina. Un escritorio con siete tazas de café, una libreta ya flaca de tantas hojas arrancadas y en el piso cuatro botes de basurra hasta el tope de bocetos y cientos de papeles arrugados, hechos bola con borradores de lo que sería la canción que lo catapultaría a la fama. Gracias. Prosigamos.

Igual que como pasó con El General, Daddy Yankee le abrió la puerta a una infinidad de gente que venía en masa, pero a lo gacho. Nombres como Wisin Y Yandel, Don Omar, Vico C, Nigga –el primero de los amorosos- Chino y Nacho (wtf?), etc… se nos dejaron venir  como alma que trai el diablo, dicen las ñoras.
Estos tipejos, Daddy Yankee incluido, ya venían con nuevo chip integrado, pues, aparte de seguir escribiendo espantoso y rimando estupideces como dame un beso con baba/que sepa a guayaba, llegaron con actitud de galán de balneario, el guapo de tepetongo o el todas mías de los antros. Se cuelgan hasta el perico –el que vuela-, se ponen lentes oscuros en lugares cerrados y tienen como mil amigos que los alaban y ganan un chingo de lana, todos, aunque sea su primera canción y hayan tenido una vida jodidísima en el barrio más jodido de Ponce, San Juan o Bayamón, en su primera canción ya están cagados en lana y traen a todas la morritas tras sus huesitos.

Ahora, si quieres hacerte rico como los de esta calaña, tener hartas chavalonas, un club de fans bellaquitas incluidas y el reggaetón es lo tuyo, ahí te va un tip de cómo hacer una rola, más adelantito te paso una tabla para el contenido: tienes que tener el ego que se cargan estos vatos y lo tienes que dejar  ver en cada sencillo que sacas, y tus canciones tienen que ser así: tres minutos de rola. Uno para mandar saludos a Tiny toones, looney toones, cartoon cartoons, pasito toon toon, mafioso, sicario, conecte, nasty, dirty -algo que suene feo pues-, nazi, Hitler, Himmler, Goebbels, y todos tus amigos; otros treinta segundos  para autoalabarte: Doble u el sobreviviente con Yandel; ya tú sabe;un millón de copia’obligao –¡wey, un millón! No se andan con chingaderas- ;El cangri, the big boss, los número uno, el jefe de jefes señores, me respetan a todos niveles, etc.; treinta segundos de decir muchas veces que tienes flow y de que tu vieja tiene que sandunguear o perrear; y el otro minuto para hacer un coro facilón.
Ahora  ahí te va la tabla:


¡Listo! Ya nomás vístete como Flavor Flav y escógete un nombre espantoso o el de una raza de perro y ya la hiciste. En una de esas te avientas una rola para el soundtrack de Rápido y furioso 7 o La Risa en Vacaciones 426… “Pero si bailo con Paco, con Paco no siento naaa, na, na, ella no suelta na, na, na, ella se arrebata, bata, bata, bata”.

Ya estuvo de reggaetón, mejor te dejo porque me tengo que bañar y tengo que cerrar todas las puertas de la casa con candado. Es que a mí me gusta cantar en la regadera y Dios guarde la hora en que entre Pitbull cuando me esté bañanado y quiera hacer un dueto.

Texto: Jesús Cáñez.
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miércoles, 14 de agosto de 2013

1,2,3, por mí y por todos mis amigos


Caminaba un día por playa cuando de pronto !flash, el chico super saiyajin!: el póster de Dragon ball Z, la batalla de los dioses, me hizo regresar como quince años.


Regreso.

Siempre que yo me atrevía a vociferar alguna consigna temporal siendo niño, mi abnegada madre atinaba a responder: "en mis tiempos eso era mejor", con una voz autoritaria de esas que ahí de mí que me atreviera a responder. Supongo que tenía, o mejor dicho, tiene razón. Pero, en realidad, yo no soy tan ruster, soy cosecha del 87, y del 80 hasta el 90, los infantes de aquellos tiempos vivíamos en cierta opulencia de diversión. Misma que radicaba en cuatro inamovibles bases, que más emocionales que pragmáticas nos han marcado hasta hoy: juegos, caricaturas, películas y dulces. Las cuales procedo a describir.

Juegos

“Declaro la guerra a mi peor enemigo que es…”. No tuviste infancia si no jugaste a La Paz ni cantaste que Doña Blanca está cubierta de pilares de oro y plata. Lo mismo ocurre con “huevitos de oro” o “la pichada”… Ya me vi: casa llena, dos strikes, dos outs y un patadón que manda la bola fuera de la cerca y me empiezan a gritar: “Ponchan balón y no pago”. Ponchan el chingao balón y ahí anda uno con clara de huevo, nueva cámara e inflándolo pa’ que no haya pedo; o no me vengas a decir que no armaste las retas en el recreo –bolsita de coca en mano, y tu equipo se llamaba águilas de acero- con un envase de frutsi, ese que a veces ponías en la llanta trasera de la bici pa’ que según tú se escuchara como moto; ¡y que se nos viene la tecnología!... Éramos plebes, morros, lepes, cuando agarramos el Nintendo con el Mario bros, el Sega con el Sonic, cuando de pronto, ¡madres! El Nintendo 64, y chingaos que no jugaste 007 Golden Eye, Banjoo y Kazooie, Mario Kart, La ocarina del tiempo de Zelda, Smash brothers, Pokémon Stadium –que jugábamos desde Game Boy, gracias, Game boy color y Advance-, Tekken, Madden y te habrás de acordar del International Super Star Soccer con sus golazos de media cancha, predecesor del Fifa con Chumbawamba nomás empezando…. Ah, 1998.
Sí, no te hagas, también jugábamos a las minitas en la compu. Y el Paint era actividad diaria. Y también jugábamos a ver quién hacía la vuelta al mundo con el yoyo Premier; o a los cascos con tu trompo Galaxy gemelos, que ya cuando te iban chingando ¡pum! Le cambiabas la trompa por una de metal: véngase, m’ijito –aunque antes tenías los de plasticote y salivazo en el piso pa sacarle punta, los de batalla pues- y si te sabías dos, tres, trucos, eras la “piola del salón”. Ah, 1998.

Caricaturas

¿Apoco no veías Fly? ¿No? ¿Mazinger z? ¿Los X man? Bueno, me cae que veías Los Caballeros del Zodíaco y te sentías Ikki o Seiya y hasta cantabas el openning aquel de Caaaaaabaaalleeeros del Zodíaaaaco; si eres niña, claro que veías Sailor Moon y tú eras Serena. Uno que otro atrofiado se creía Oliver Atom y metía sus golazos con sus compadres, los hermanos Korioto; los rebeldes, sus canastas estilo Slam Dunk; los poderosos sus Kame Hame Ha, bien Gokú el pedo; y había otros cuantos que juraban que hablan con Zordon y Eran Jason de los Power Rangers; qué te digo si tu onda era ser maestro Pokémon y querías, en ese tiempo, tener los 150; y por la espada del augurio veías los Thundercats. También Animaniacs, Pinky y Cerebro, el Inspector Gadget o los Motorratones.O tal vez te gustaba Nickelodeon y veías Rocket Power, Doug narinas, Rugrats, Hey Arnold, Monstruos, Catdog, los castores cascarrabias,Rocko, etc… Los que somos más viejillos ¿Le temes a la oscuridad?, Clarissa los explica todo, Kenan y Kel; si veías Cartoon Network seguro veías Fenomenoide, Ed, Edd y Eddy, El Fantasma del espacio, El gato Félix, Johnny Bravo, Coraje, el pero cobarde, Soy la comadreja, El laboratorio de Dexter, Las chicas Superpoderosas, Capitán Planeta, Johny Quest, la Vaca y el Pollito; y ya de MTV, Ren y Stimpy, Daria, Beavis and Butthead, Celebrity DeathMatch y podemos poner incluso Happy Tree Friends. O muchas más que ya no recuerdo, pero seguro viste una de esas y de plebe, morrillo, lepe, niño, eras un protagonista. 

Películas

Mira, te voy a ser sincero, la única película que me ha hecho llorar en mis 25 años de vida ha sido el Rey León. Esa escena donde Scar tira a Mufasa y después que Simba va con él y le dice vamos a casa, uff, hasta sollozo, jaja.
Si de niño te aplicaron las de Disney pa’ irte a dormir seguro viste La bella y la bestia, La sirenita, Aladdín, Pocahontas,Toy Story, El Jorobado de Notre Dame, Mulán, etc.
En ese tiempo, como tú, seguramente –disculpa si eres más ruco-, ese tipo de películas eran las que gobernaban mi VHS, bueno la de mi amá, ja. Y ahí te lo haiga –dice mi madrina- sino se te hizo un nudo en la garganta viendo el Zorro y el Sabueso.
Veíamos películas como lo seguimos haciendo hoy, ya no es El Conjuro ni Nosotros los Nobles, pero nos gustaba ver películas. Extraño esos tiempos donde mi jefa llevaba sus bolsas tamaño maleta fayuquera y metía hasta la telera sangüichera –sí, soy pobre y qué-, las cocas, el recién sacao Senzao, las palomas Act II, los Fritos, etc, y hasta nos dejaban en permanencia voluntaria. Buenos tiempos, pinche Cinépolis.

Dulces

A eso de las 10 am en el recreo, bastaban cinco varitos pa’ comprar hartas cosas. Canasta básica de niño de primaria: Paletas de tarro de cerveza, Miguelito en agua y en polvo, pulpas Rago, Brinquitos en la lengua con todo y papel, serpentinas de tamarindo, colchoncitos de azúcar, pollitos, monedas y puros de chocolate, Tutsi Pop, banderita de coco, chicle totito, etc. Los fresones ya compraban Kinder Sorpresa y te restregaban el monillo feo que salía en el huevito si tú  no lo tenías.

Y mil dulces más, y mil películas, y mil caricaturas y mil juegos. Bendita infancia que aún nos queda en el corazón y en la mente. Al menos a mí me pasa, aún me sorprendo y me divierto, sigo siendo niño, pues. 
Este post se lo dedico a todos mis amigos que conservo desde la inocente infancia, especialmente a Ilich Pável Macías que se puso a platicar conmigo de estos recuerdos. Vaya el abrazo pues a Manzanillo, Colima. No cabe duda que tener amigos desde la niñez es mejor que doble tazo en los Doritos.


Texto: Jesús Cáñez.
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miércoles, 7 de agosto de 2013

Vecinos


El pasado domingo a altas horas de la madrugada -7am, o algo así-, unas notas musicales considerablemente desagradables, casi satánicas, diría yo, me despertaron de un sueño que a duras penas pude conciliar a las cuatro de la mañana porque andaba leyendo unos cuentos de Cortázar. Música estridente y muy fea, con una voz femenina que en vez de cantar parecía ladrar de los gritos que pegaba. "Música de la Jenny" le llaman. Los terribles versos de esas canciones venían del departamento que está sobre el mío...Aquí quiero dejar claro un punto: yo sé que hay música para todo tipo de gustos y también sé que hay mucha gente que los domingos se levanta temprano. Lo que simplemente no me cabe en la cabeza es que pueda haber gente que diga para ellos mismos: "Ok, son las siete de la mañana de este lindo domingo, qué tal si se lo arruinamos a los demás poniendo a Jenny Rivera a todo volumen". O al menos así lo veo yo... pero en serio, ¡qué sacrílego infeliz hace eso en un domingo a las siete de la mañana! está de sobra decir que pasé un domingo arruinado.

Esta situación me hizo recordar algunos sucesos, que ahora que lo pienso, han dejado en mí un cierto resentimiento a las personas que cohabitan conmigo una calle o un conglomerado de departamentos.


Mi aversión por estas personas llamadas vecinos empezó en el invierno del 97, en enero para ser más precisos. Salía yo de mi casa  en mi natal Torreón una mañana rumbo a la escuela primaria cuando mi perro, un hermoso samoyedo de nombre Fáuster, vomitaba sangre. De regreso, por la tarde al llegar a casa, mi perro estaba tendido sin vida en el porche de la entrada sobre un gran charco de sangre. Lloré como loca desaforada, desconsolado sin saber por qué. Después me enteré que la vecina de un lado -la misma que me ponchaba o no me regresaba los balones cuando se volaban a su patio- había aventado un trozo de carne con vidrios dentro para que se lo comiera la Cristina, perrita schnauzer que le ladraba hasta la luna, pero demasiado selectiva para comer. El Fáuster que era un perro muy tranquilo y callado, en contra parte era un tragón que hasta los chicles se comía. Nunca más he vuelto a tener mascota, pero ya lo superaré.

El vecino del otro lado era un señor ya entrado en años, anteriormente exitoso y hace apenas dos años un ser deprimido y con conductas suicidas. Con puntualidad inglesa nos acostumbró a las seis de la tarde al tufo de su churro vespertino, aroma que por lo menos rodeaba dos o tres casas. Siempre ahogado en alcohol parecía no parar jamás. Una vez lo vi botella de vodka Oso Negro en mano, un caballito y una naranja a la mitad sentado en la banqueta de su casa hablando solo de física y viajes en el tiempo. Sus que-veres con homosexuales vestidos de mujer inhalando chemo afuera de su casa a veces nos covenían, pues llegaban las vestidas a tocar a la casa con su envase con resistol pidiéndonos diez varos a cambio de barrernos la calle. Sin embargo, pese a todos sus problemas, adicciones y aficiones era una buena persona. Vendió su casa y nunca más lo volví a ver.

Ya en Jalisco, en Puerto Vallarta, tenía por vecino a un trabajador de hotel, al parecer buena persona. Nunca hablamos más de cinco palabras, pero parecía buena persona. Este, contrario a mi vecino lagunero, fumaba mota a todas horas. Al despertar olía a mota, a la hora de la comida tufo de hierbamala, al anochecer de nuevo humazos olor a mois. Las únicas veces que no apestaba a mostaza la casa del vecino era cuando se escuchaban los gemidos de su novia en sus trances amatorios, lo digo así porque parecía que ponían el altavoz.
En los Altos he vivido en dos ciudades. En una tenía unos vecinos que en el piso de arriba no tengo idea por qué pero movían muebles a todas horas o eso supongo pues se oía como al mover una mesa. Lo extraño era que daba igual si lo hacían por la mañana o en la tarde o en la noche o a las dos o a las cinco de la mañana. Todos los días. Supongo que era alguien con un trastorno obsesivo compulsivo de mover mesas.
Los del otro lado eran una pareja en que el marido nunca se dejó ver. Sabía que existía, pero nunca se vio, tal vez era inválido o tenía una enfermedad que no le permitía salir de la casa.


En fin, donde estoy ahora es un edificio con seis departamentos. En el uno se acaba de mudar una señora que apenas ha movido sus cosas; en el dos y en el cuatro no  vive nadie; en el tres vive una señora viuda con su french poodle; en el cinco vivimos mi esposa y su humilde servilleta; y en el seis viven los vecinos que me odian. Del otro lado del edificio tenemos como vecinos a una empresa de servicio funerario, al parecer no productiva pues en el tiempo que llevo aquí sólo han tenido dos velorios, ¡Gracias a Dios!


Los ya mencionados vecinos del seis, los satánicos adoradores de "la Jenny", llegaron después que nosotros. Muy propios vinieron a presentarse con la consigna de que debemos cuidarnos como vecinos que somos, y pese a que veo Investigation Discovery, no le veo caso dentro de un edificio que parece búnker en un apocalipsis zombie.
Estos vecinos se quejaron de mí con el administrador del edificio porque se azotó una puerta en la madrugada. En su triste cerebro de ardilla habrá imaginado que a mí me gusta que un aironazo me azote la puerta del baño y me despierte del susto. A raíz de eso me dejó de hablar -nunca fuimos ni intento de amigos- y ahora me odia. Una vez en el centro fui a preguntar por inscripciones para el Teachers training en una escuela de inglés y cuál fue mi sorpresa al ver a mi vecino del seis de recepcionista bajo la mirada atemorizante de su supervisora, hablándome con una cordialidad más hipócrita que actriz de novela de las nueve. Rápidamente se apresuró preguntando con ingenio de sobra: ¿Sabes inglés? y yo le respondí en seco: Cotton. A partir de ahí no volvimos a dirigirnos la palabra. Me odia como el vecino de arriba a Joaquín Sabina: "Mi vecino de arriba/ se lo pasa fatal/ y que yo me divierta/ no puede soportar,/ cuando me mira siente / ganas de vomitar; /si yo fuera su hijo/ me pondría a cavar. 

Claro que también he tenido vecinos muy agadables y personas de gran calidad humana, sólo que a ellos los recuerdo con cariño.
Si yo he sido o soy uno de tus vecinos me disculpo por cualquier cosa que te haya hecho sufrir (not). Me despido deseándote suerte con tus vecinos, no sea que los despierten los domingos con las melodías de la Jenny. 

P.D. Si vuelve a suceder tomaré venganza a las seis con rolitas de From Autumn to Ashes.

Texto: Jesús Cáñez.
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jueves, 1 de agosto de 2013

¡Bienvenido!




Cigarro y tequila en mano -música de fondo Lead sails (and a paper anchor) de Atreyu-, pienso explicarte el nombre de este blog. Hay que empezar por el principio, dijo el gran Popochas. Mi nombre es Jesús Cáñez y tal vez me recuerdes de Espinas del nopal, que murió para bien, pues fue un ciclo que debía cerrarse, y si no, pues ahí te va: "A mí la plática me destorlonga. Y mire, yo puedo ligarle un tema right away; mire, soy un chavalo que tiene 28 años, uso muy buena garra, las muchachas me dicen Tin Tan porque en mí todo es música. Por ejemplo: plácidas marchan las rosas sobre las gemas del alhelí, en la pechuga me siento un ruido y el hociquieres lo siento así, por eso siempre que tú me miras y yo te miro me quedo así"... Ah, chinga, ¿no, edá? Eso es de Músico, poeta y loco de Tin Tan.

Yo tengo 25 años y nací en Torreón, Coahuila. Me gusta la literatura, sobretodo la hispanoamericana, el beis, el fútbol americano, viajar y pistear, entre otras cosas. Por situaciones del destino, supongo, ahora vivo en Jalisco. Por eso el nombre del blog: la nostalgia de la tierra querida: del imponente Cristo, protector de la Laguna sobre el semicalvo cerro de las noas; del nopal y la tuna, del algodón y la uva a la suerte del árido desierto lagunero; los paseos subterráneos en el Canal de la Perla; el duro con salsa casera y agua célis mientras la raza de la tercera edad se avienta un danzón en la plaza de armas; la remembranza de Los Chicos de Barrio en La Caliente y Esperma y ron de los Primeritos de Colombia en los camiones del bulevar Revolución de Torreón a Matamoros y viceversa; el inclemente sol levantándose apoteósico sobre mis Vaqueros Laguna, -que ah, cómo me hace sufrir- y los guerreros del Santos Laguna; el emprendedor espíritu industrial gomezpalatino y sus gorditas de chicharrón prensado al carbón pasando el puente; las delicias de la Ciudad Jardín, su clima -que para el que no es lagunero, no sabe que es la gloria-, la nieve Chepo. Pa' acabar pronto, un interminable etcétera lagunero.

En fin, el motivo del nombre de este blog es eso, mera nostalgia lagunera: ochosieteuno como el código de área. Pero no te preocupes, intentaré escribir no solamente de la Comarca Lagunera pa' que no te aburras. Procuraré escribir de todo un poco, de dulce, chile y de manteca, como dicen las ñoras tamaleras.

Lo bueno -para mí, y espero que pa' ti también-, es que ya llegaste, y te lo agradezco de todo corazón. Y en realidad, no me importa si me conoces, o me recuerdas o no; lo que me importa es que hoy estás aquí, ya sea por curiosidad, ya sea porque me extrañaste- ja-, porque querías dar una ojeada, porque sinceramente no tenías nada qué hacer, o tal vez porque viste el enlace en Facebook o Twitter. Es lo de menos. Ya estás aquí y me estás ayudando a empezar algo nuevo. Lo que más agradezco de ti es que me regales un poco de lo más valioso que tienes: tu tiempo. El tiempo es la sustancia de lo que estoy hecho, alguna vez escribió Borges si mal no recuerdo y qué razón tenía. Si además de tu tiempo me regalas un comentario cada que te des la vuelta por acá, mi gratitud por ti será inmensa.

Empezamos, pues, con este nuevo blog, reiterándote mi agradecimiento por echarte la vuelta. Te dejo con algo de tu humilde servilleta pa' cortar el listón de inauguración.



871 (Cardenche)

Podrá mi tinta ser nopal de espina
si labro mis palabras al desierto
que en palco de algodón es mi oficina.

Viajando enorme el sol mi puño advierto
(volcado el trazo parto en letra el cacto)
y dejo a mis holguras sueño cierto.

Será mi voz de albor mezquite intacto;
biznaga del arado vencedora;
huizache cultivado en campo exacto;

aullido de coyote en fauna y flora;
tenor del norte: estepas laguneras
que teje hacia el edén ave canora.

Del padre Nazas (gloria en las riberas
que canta el cardenchero en sacro suelo
contando de la tierra primaveras),

exprimo la ilusión de mi consuelo
que sirve de edecán para mi pluma
si viene a consegur mi fiero anhelo.

La grieta hostil y seca no me abruma:
jamás he concedido a la sequía
el miedo que genera voz tan suma.

Mi grito a la aridez da compañía:
ya viva, muerta o débil, poderosa,
mi letra se retrata victoriosa
dejando en mis intentos poesía.



Imagen original de encabezado del blog: Jorge Nava.
Imagen editada de encabezado del blog: Jesús Cáñez.
Texto: Jesús Cáñez.
Imagen: Google.
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